El objetivo del gobierno cubano es reducir el abultado déficit fiscal mediante un ajuste que incluye el despido de 500.000 trabajadores del estado durante el primer trimestre de 2011 y la reubicación de estos trabajadores en actividades privadas, ya sea como cuentapropistas, cooperativistas o empleados. Con esta supuesta “reestructuración de la fuerza de trabajo”, a su vez, se van generando las condiciones para que se desarrolle un mercado laboral que aún no existe en la isla, a pesar de las reformas procapitalistas que, con distintos ritmos, se vienen introduciendo desde el período especial. A esto se suman los recortes presupuestarios y de subsidios que ya se vienen implementando como la eliminación paulatina de los comedores obreros y los recortes en la libreta de racionamiento. Estas medidas van acompañadas de un discurso reaccionario contra el “igualitarismo” y el “paternalismo estatal” como raíz de los males de la economía.
Desde hace cincuenta años el imperialismo norteamericano está tratando de derrotar la revolución cubana que aún simboliza la avanzada de la lucha contra la opresión y la explotación en todo el continente. Su defensa es parte indisoluble de la lucha de los trabajadores y las masas populares del continente contra el imperialismo, las decadentes burguesías locales y por la revolución social en toda América Latina.
Es una tarea de primer orden para quienes nos reivindicamos marxistas revolucionarios levantar un programa claro y una estrategia para derrotar los planes de restauración capitalista, ya sea que estos busquen imponerse por la vía de la “reacción democrática” alentada por el imperialismo, siguiendo el ejemplo de la ex URSS o los estados obreros deformados de Europa del Este; o bajo el control de la burocracia gobernante, pretendiendo emular el “modelo chino o vietnamita”.
Si la restauración del capitalismo en la ex URSS, Europa del Este y China reforzó la ofensiva neoliberal profundizando el retroceso de la clase obrera y la crisis de la perspectiva de la revolución socialista, el triunfo de la restauración capitalista en Cuba significaría, sin ninguna duda, una derrota de gran magnitud para los trabajadores, los campesinos y los sectores explotados de la región y abriría las puertas a una política más agresiva del imperialismo en toda América Latina. La defensa activa de las conquistas de la revolución cubana contra el imperialismo y los planes restauracionistas de la burocracia, significa nada menos que la lucha contra esta perspectiva.
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